LA MUERTE NO EXISTE. EL ESPÍRITU NI NACE NI MUERE

LA MUERTE NO EXISTE. EL ESPÍRITU NI NACE NI MUERE


Mi obra << Tardes de Invierno >> está expuesta en la Exposición Colectiva "La muerte no existe, el espíritu ni nace ni muere" en El Monasterio barroco de Santa María de El Olivar en Estercuel (Teruel), junto con el de mis compañeras de colectivo y otros 30 artistas maravillosos desde el 23 de Junio hasta el 24 de Septiembre de 2023.

Esta exposición está comisariada por Alejandro Mañas con Gene Martín, y organizada por la orden Mercedaria con el patrocinio por la Fundación Térvalis y la orden Mercedaria y con la colaboración de la Comarca Andorra-Sierra de Arcos, la Universidad Politécnica de Valencia y el Museo de Teruel.



Las obras presentes en la muestra abarcan una amplia gama de disciplinas artísticas, como la pintura, escultura, fotografía y videoarte. Cada una de estas obras ofrece una visión única y compleja de la muerte, generando una experiencia estética y emocional para el público que la visite.

El lugar elegido para la instalación de la exposición es el claustro del Monasterio de El Olivar, seleccionado con la intención de potenciar la reflexión y la contemplación de los visitantes. La exhibición se ha organizado en torno a cinco áreas temáticas: "La muerte del individuo", donde se exploran las representaciones individuales de la muerte; "En la muerte no hay soledad", que busca mostrar la conexión entre los seres humanos a través de la muerte; "Lo trascendido", que aborda la idea de trascendencia más allá de la vida terrenal; "Reflejos del Espíritu", donde se presentan las obras del Colectivo Círculo de Agua, y finalmente, "Del principio al fin", que examina el ciclo de la vida y la muerte.

Texto de la exposición:

Cada cultura, cada sociedad, tiene una forma distinta de afrontar la Muerte.
La Muerte es disolución, vacío, cambio. Y para sobreponernos a esa última
transformación, hemos creado todo tipo de formas, aromas, sonidos, colores.
Rituales.
Prestamos apariencias sublimes o terribles, serenas o angustiosas.
Reflejo de nuestros propios anhelos y temores, instalados desde hace
milenios en las profundas raíces de nuestra consciencia.
Evitamos nombrar a la Muerte, invocarla, rodeando de eufemismos nuestra
angustia: la dama pálida, la guadaña, el jinete, la Parca. Perfumamos los lugares
de la Muerte con pétalos y flores; otoñales crisantemos, fieles gladiolos; los
hemos convertido en símbolo de respeto, incluso de cariño. Barrera sensorial
entre nosotros, seres asustados, y los olores de la putrefacción, del cambio
inevitable.
Enterramos, incineramos, embalsamamos. Echamos una mano
acelerando el proceso de disolución, para no tener que contemplarlo, o bien
intentamos detenerlo, negando a la naturaleza y a nosotros mismos.
Coloreamos nuestro encuentro con la Muerte, para encontrar sentido y
valor en la Vida que nos queda: rojo como la sangre, azul profundo como la
tristeza, negro como el dolor, el miedo y la ausencia. Naranja como el ocaso,
celeste como recuerdo fiel o quizá aspiración de trascendencia. Morado de
penitencia, blanco para la pálida muerte y la deseada pureza.
Nos damos valor con símbolos, contribuimos al orden social desplegando
nuestro duelo y ocultándonos del mundo, escondiéndonos de la Muerte.
Pero también de la Vida.
Conocer, reconocer la Muerte es nuestra certeza y nuestro privilegio.
Es final, pero también es potencial propuesta de infinitos principios. Vamos
al vacío, pero cuando nacemos, del vacío venimos. La transición del color
acumulado al blanco renacer, puros, prístinos, sin mancha. Vivamos bien
entonces, defendiendo con humildad y valor la luz en nuestras almas,
rechazando negruras y tensiones; pues ¿para qué las necesitamos?
La plenitud de los pequeños momentos, de la ligereza y de la belleza
que podemos crear para nosotros y para los nuestros, nos ofrecerá la
certeza de que los colores de nuestra Vida harán palidecer a los que elijan
para nuestra muerte. Y esta perspectiva nos brinda sentido, propósito, el
sentimiento profundo de paz; el espíritu se eleva, por fin, sobre lo material y
nos liberamos del peso que le damos a la Muerte.
Memento Mori. Recuerda que vas a morir, porque con esta certeza
tienes en tus manos pincel y paleta de infinitos tonos para crear una vida
resplandeciente.

Celia Guerrero
Miembro del Colectivo “Círculo de agua”




Poema: “Ella”

Ella, mágica y solemne.
Crisálida mortal de mis recuerdos
invita a navegar entre sus olas
Transmutando la vida en bellos paisajes.
Puño envenenado,
libera la apertura de tu nombre.
Vuelo imaginado en las nocturnas
llamas, seduciendo a tu morada sagrada
sin poder retener el minuto añorado.
Invades con tu manto los miedos del pasado,
anestesiando los hastíos del presente perdido.
Succionas hasta lo más podrido
limpiando con tu aliento lo vivido.
Dulce viento,
aleteo acariciado
Vida esperada más allá de la vida.
Zambullida amorosa en brazos de la Madre,
serpiente iluminada que despiertas a la tenue brisa
de una llamarada.
Entrega, libertad soñada.

Ana Coque
Miembro del Colectivo “Círculo de agua”



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